viernes, 4 de abril de 2014

Franz Schubert: An die Musik, D 547

Dietrich Fischer-Dieskau, barítono

Muy importantes fueron los amigos en la vida y obra de Schubert. Dada la precaria situación económica de éste, con frecuencia aquellos le proporcionaban soporte material y moral, incluso hasta con el gesto de permitirle habitar sus casas, mientras que el compositor los retribuía con su música.
Se cuenta que después de la guerra contra Napoleón floreció en Viena un clima intelectual que creó un espléndido círculo social de jóvenes literatos, poetas y artistas, y que fue dentro de ese círculo donde Schubert compuso sus canciones. Uno de los grandes amigos del compositor fue Franz Schober, cuyo poema An die Musik (“A la música”) fue bellamente musicalizado por aquel.
El ejemplo tiene carácter estrófico. Schubert hizo dos versiones de la canción, la primera en 1817 y la segunda en 1827, lo cual indica que el compositor nunca perdió el interés por ese poema ni tampoco por dicho tipo de estructura estrófica. Se trata de un himno, casi religioso, mediante el cual el poeta agradece al arte sagrado de la música.


Du holde Kunst, in wieviel grauen Stunden,      
Wo mich des Lebens wilder Kreis umstrickt,
Hast du mein Herz zu warmer Lieb' entzunden,
Hast mich in eine bess're Welt entrückt!

Oft hat ein Seufzer, deiner Harf' entflossen,
Ein süsser, heiliger, Akkord von dir
Den Himmel bess'rer Zeiten mir erschlossen,
Du holde Kunst, ich danke dir dafür!    
¡Oh, arte benévolo, en cuántas horas sombrías,
cuando me atenaza el círculo feroz de la vida,
has inflamado mi corazón con un cálido amor,
me has conducido hacia un mundo mejor!

Con frecuencia se ha escapado un suspiro de tu arpa,
un dulce y sagrado acorde tuyo
me ha abierto el cielo de tiempos mejores.
¡Oh, arte benévolo, te doy las gracias por ello!
 

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