viernes, 1 de febrero de 2013

Vincenzo Bellini: A te, o cara de "I Puritani"

Juan Diego Flórez, tenor

La voz de tenor es la más aguda de las voces masculinas. Es la voz más apreciada y cotizada en el Teatro Lírico, pues aunque frecuente, es difícil que presente la extensión tonal completa o siquiera de Do3 a Do5 (el famoso “do de pecho”). La extensión completa, como bien decía el insigne tenor español Hipólito Lázaro (1887-1974), debiera ser de Si2 a Re5.
Presenta la voz de tenor al menos tres registros que serían bajo, medio y alto, o como se les prefiera denominar. Ignorarlo es condenar al instrumento vocal, que no sea privilegiado, a tener problemas de emisión o a no emitir las notas agudas. El registro bajo y el medio, juntos, corresponderían al registro de pecho del eminente maestro Manuel García (1805-1906) y el alto o agudo a las notas superiores del registro de falsete.
Cuando cantando en el registro de pecho la voz de tenor llega al Fa#4 realiza la llamada cobertura, que es un mecanismo de oscurecimiento (eufonía) para poder seguir ascendiendo ; pero ese registro, el de pecho, acaba en el La4, y sólo con buenas facultades se puede alargar al Sib, dificilmente al Si natural e imposible al Do5 y superiores. La ignorancia de cómo cambiar de registro para resolver el extremo superior agudo acaba con las ilusiones de muchas magníficas voces.
La voz de tenor en la antigua polifonía era la que llevaba la línea fundamental. Sólo a partir del siglo XVI comenzó a ser identificada con la voz masculina menos grave, cantada primero de pecho en el registro central, después también en falsete en el agudo. Se suele asignar al francés Gilbert Duprez (1806-1896) el mérito de haber cantado por primera vez a plena voz y no en falsete las notas de cabeza.
Realmente la voz de tenor es una familia de voces que comprende al tenor ligero, lírico-ligero, lírico, lírico-spinto y dramático. Las diferencias que existen entre las clases consecutivas son discretas, pero se hacen muy marcadas entre las clases extremas, tenor ligero y tenor dramático.
Aunque son las heroínas las que centran la atención en las óperas de Bellini en I puritani (1835), última ópera de este compositor, se encuentra una de las arias de tenor más hermosas escritas en toda la historia del belcanto. Está destinada a la presentación de Lord Arturo Talbot, de aquí su denominación de cavatina, y tanto su traza melódica como su tesitura están influenciadas por las facultades del cantante que estrenó el papel. Bellini escribió la parte de Arturo para el prototenor romántico por excelencia, G. B. Rubini, un tenor ligero, y desarrolló para él una línea melódica pobre en abbellimenti, prácticamente se trata de un canto silábico, pero de muy amplia factura y aprovechando toda la tesitura del tenor lombardo.
El registro de Rubini supuso una auténtica revolución en su época e hizo del tenor la voz preferida por los públicos, incluso llegando a hacer palidecer en muchas ocasiones a la prima donna de turno.
A te, o cara es un aria concertada en la que junto a Arturo participan Elvira (soprano), Giorgio (barítono), Valton (bajo) y el coro. La pieza está escrita en dos secciones (AB-A'B). A', variación de A, exige al tenor una amplia anchura de frase, ya de por sí ampulosa en la primera sección, pero además deberá abordar el Do#5 en el verso se rammento il mio tormento. En todo caso el desborde melódico, sometido a ese rubato que tanto influyó en el fraseo chopiniano, es lo que prende en el oyente y convierte a esta escena en un momento a la vez candoroso y mágico.

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