sábado, 1 de diciembre de 2012

Franz Schubert: Quinteto para cuerdas en Do Mayor, Op. 163 D. 956







Nicolás Chumachenco, violín.
Juan Luis Gallego, violín.
Humberto Armas, viola.
David Apellániz, violonchelo.
Mayte G. Atienza, violonchelo.


Franz Schubert (1797-1828)
Quinteto de cuerdas en Do mayor
Allegro ma non troppo
Adagio
Scherzo. Presto
Allegretto

Toda la música de cámara de Schubert fue algo así como la preparación para el Quinteto para cuerdas en Do Mayor, Op. 163 D. 956, su obra maestra y, tal vez, la más grande de todas sus obras en punto a emoción, calidad de la materia elaborada y perfección formal. Si los dos primeros movimientos y el trío del scherzo son más refinados y profundamente emotivos que el resto, el conjunto mantiene en cambio un equilibrio ideal, y la sustancia empleada le da a la obra esa riqueza y luminosidad de textura que Schubert venía fomentando con todo el potencial que tenía a su alcance. Cuando se  escucha el magistral contrapunto, espontáneo y pulido por donde se mire, parece increíble que Schubert se hubiera preocupado por recibir lecciones de contrapunto de Simón Sechter. En cuanto a elocuencia y originalidad de lenguaje, el quinteto iguala, al menos, al de la Sinfonía N°. 9 en Do Mayor, D.944 (La Grande), al de las más importantes canciones y al de la última Sonata para piano N°. 21 en Si Bemol Mayor, D.960, escritas poco después. Schubert le puso punto final al quinteto el 2 de octubre de 1828, según deja establecido en una carta fechada ese mismo día en la cual también hace mención a un próximo ensayo de la obra en privado. La primera audición pública de la obra se produjo en 1850, más de veinte años después de la muerte de su autor.

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