domingo, 25 de noviembre de 2012

Los instrumentos y la orquesta





Para conocer los instrumentos musicales se debe analizar sus características físicas, técnicas y tímbricas, además de valorar sus posibilidades expresivas. El estudio de todos esos aspectos facilitará la comprensión de las obras no sólo puramente instrumentales, sino también de muchas otras –vocales, escénicas o teatrales, etc.– en las que el acompañamiento de la música instrumental juega un papel destacado. 
Desde la más remota antigüedad, el hombre ha fabricado instrumentos con los que producir sonidos. Cuando éstos no tienen una función utilitaria, sino que sirven para el deleite del oído, para interpretar melodías, para acompañar el canto o la danza, los instrumentos pueden calificarse de musicales.
En todo instrumento musical se pueden distinguir tres partes principales: lo que produce el sonido –tubo, cuerda, parche…– la parte que resuena, amplificando el sonido –que puede ser una caja armónica o todo el instrumento­– y el mecanismo o parte del instrumento que modifica el sonido de acuerdo con la voluntad del músico –llaves, agujeros, válvulas, teclas, etc.­–

Los instrumentos musicales se clasifican según el modo de producción del sonido en cinco grandes tipos: cordófonos, aerófonos, idiófonos, membranófonos y electrófonos.

Los instrumentos cordófonos son aquellos en los que el sonido se produce por la vibración de cuerdas tensadas. Cuanto mayor es la longitud de la cuerda, más grave resulta el sonido. Las cuerdas pueden ser de diferentes materiales. Antiguamente se fabricaban con crines de caballo, hilos de seda y tripas de animales; hoy se emplean fibras como el nailon o hilos entorchados de metal.

El sonido puede producirse frotando las cuerdas con un arco, como en el violín; golpeando las cuerdas con algún mecanismo, como los macillos o martillos recubiertos de fieltro, en el caso del piano; o bien punteando con los dedos, como sucede en la guitarra, el laúd o la mandolina.

El sonido se modifica acortando la longitud de las cuerdas al presionar sobre ellas con los dedos, como en el violín o la guitarra, o mediante cuerdas de diferente longitud que se percuten mediante teclas diferentes, como en el caso del piano.

En los instrumentos aerófonos, el sonido se produce por la vibración de una columna de aire. Actualmente se fabrican de madera o metal, y la mayoría son de soplo, es decir, es el propio instrumentista el que sopla o proporciona el aliento necesario, aunque algunos, como el órgano o el acordeón, son de fuelle mecánico.

En estos instrumentos el sonido se modifica acortando o alargando la columna de aire mediante agujeros que se tapan con los dedos, como en la flauta, o mediante tubos, válvulas o varas.

La parte del instrumento por donde sopla el instrumentista se llama embocadura, que puede ser de diferentes tipos. Los aerófonos de metal, como la trompeta, tienen una boquilla sobre la que el instrumentista pone directamente los labios. Los aerófonos de madera pueden tener embocadura de bisel o de caña. El bisel es una hendidura que corta el soplo produciendo el sonido, como en las flautas. Los instrumentos de caña pueden ser de caña simple, como el clarinete y el saxofón, o doble, como el oboe. La caña doble, también llamada lengüeta doble, consta de dos delgadas láminas talladas en madera de caña de bambú. En ambos casos la caña sujeta a la boquilla vibra, lo que a su vez pone en vibración la columna de aire en el interior del instrumento.
Los instrumentos idiófonos, también llamados autorresonadores, producen sonidos al ser golpeados o percutidos. Son instrumentos idiófonos las claves, las castañuelas, los platillos, el triángulo, el xilófono, el vibráfono, etc.

En los membranófonos el sonido se produce por la vibración de una membrana tensa al ser golpeada, raspada o frotada. La membrana puede ser de cuero o de plástico. A esta clase de instrumentos pertenecen los timbales, tambores, bongos, cajas...
En los instrumentos electrófonos el sonido se genera por medio de una corriente eléctrica, irradiándose a través de altavoces. Se puede distinguir entre instrumentos tradicionales amplificados eléctricamente, como la guitarra, e instrumentos de nueva invención, como el sintetizador.
Los instrumentos electrófonos son los más característicos de la música popular de nuestros días. En la actualidad ninguna familia instrumental se sustrae a la electrónica: se construyen violines electrónicos, los instrumentos de viento se amplifican eléctricamente y los percusionistas utilizan almohadillas que, al ser percutidas, producen señales eléctricas modificadas a través de un amplificador, o usan cajas de ritmo que permiten la interpretación automática de secuencias de percusión programadas de antemano y que sustituyen en muchos grupos al propio percusionista.
Dentro de las distintas agrupaciones instrumentales, la orquesta sinfónica tiene un carácter especial asociado a su extraordinaria riqueza y equilibrio tímbricos y a la gran cantidad y variedad de instrumentos que la integran. La diversidad de instrumentos musicales que pueden formar parte de una orquesta hace aconsejable clasificarlos por grupos afines. Por tanto, la orquesta suele subdividirse en las siguientes familias o grupos instrumentales:
Cuerda: el sonido se produce al frotar sus cuerdas con un arco.
Viento: la vibración sonora corresponde a una columna de aire en el interior del instrumento
Percusión: suenan al ser golpeados o percutidos.
Instrumentos mixtos: aquellos que por distintas causas no pueden ser incluidos con propiedad en ninguna de las categorías anteriores.

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